Estos son algunos de los factores que convierten a los profesionales de salud en víctimas vulnerables, llevando al limbo su propio bienestar.
Según la OMS (Organización mundial de salud) un entorno laboral saludable es aquel en el que los trabajadores y directivos colaboran en utilizar un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores y la sustentabilidad del espacio de trabajo.
Algunos trabajos que implican una relación de contacto constante, directo y estrecho con el cliente o receptor de su trabajo, como ocurre con los que desempeñan el personal humanitario y el de primera intervención, acarrean un riesgo más elevado que pueden causar daños psíquicos, sociales o físicos en la salud de los trabajadores. Además, los riesgos pueden ser superiores en situaciones en las que el equipo no está cohesionado, no se dispone de apoyo social, las tareas asignadas a una persona no se adecúen a sus competencias o la carga de trabajo sea permanentemente elevada.
El estrés laboral como riesgo psicosocial es una realidad que afecta a muchos trabajadores de los distintos sectores profesionales, no obstante, resultados de las nuevas investigaciones muestran que el distrés (estrés negativo) o la mala salud de los médicos y profesionales del sector de salud, al prolongarse en el tiempo puede llegar a desembocar en términos como “burnout” (cuando los individuos se sienten emocionalmente abrumados por las exigencias de su trabajo), agotamiento físico y/o emocional, fatiga, depresión, ansiedad, angustia psicológica, deterioro, automedicación, consumo nocivo de alcohol, drogas o psicofármacos, son factores que afectan negativamente a los sistemas de salud y a la atención de los pacientes. Así, cuando los médicos no están bien, su desempeño y calidad en la atención del sistema de salud puede ser subóptima y el absentismo laboral incrementa considerablemente.
Adicionalmente, el suicidio es un problema de salud pública en prácticamente todos los países del mundo, que provoca casi la mitad de todas las muertes violentas y se traduce en alrededor de un millón de víctimas al año, además de generar unos costos económicos cifrados en miles de millones de dólares, según ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS), las estimaciones realizadas indican que en 2020 las víctimas podrían ascender a 1,5 millones. Así mismo se estima que este año 2020, la depresión será la principal causa de incapacidad laboral. También afirma la OMS que en Europa 1 de cada 10 personas aproximadamente sufren o han sufrido depresión a lo largo de su vida, dando lugar a consecuencias en su puesto de trabajo como falta de atención, pérdida de memoria o dificultades a la hora de planificar y tomar decisiones, las cuales dejan una significativa huella en su desempeño laboral.
El reciente estudio realizado por el CGCOM (Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos) presento el primer informe sobre la esperanza de vida y las causas de fallecimiento de los Médicos españoles en el periodo estudiado (2005-2014), donde revela que el porcentaje de suicidio es superior entre los profesionales médicos con un promedio de 1,3% frente al 0,8% de la población en general.
El informe sobre mortalidad en la profesión médica destaca que durante los 10 años observados (2005-2014) el porcentaje de suicidio entre los médicos ha aumentado. Este porcentaje oscila entre un mínimo de 0,47% de facultativos que se quitaron la vida en 2007 y un máximo de 1,96% en 2013. Adicionalmente las médicas tienen un porcentaje de suicidio 7,5% mayor que las mujeres de la población general.
Aunque estos resultados no pueden ser directamente aplicables a todos los países, si pueden servir para llamar la atención sobre los fenómenos de deterioro de las condiciones laborales en todo el mundo y su relación con el aumento de alteraciones psicosociales, ayudando a centrar el foco no solo en las personas desempleadas sino también en los trabajadores que se suicidan.
Por otro lado, las pandemias inevitablemente generan estrés, tristeza e incluso miedo, ya que no solo el personal de salud que atiende la crisis se enfrenta a la incertidumbre, tensión, impotencia y angustia de no poder ayudar a pacientes que podrían haber vivido o tenido un mejor resultado si se hubiesen tratado de una manera diferente, contado con mayor conocimiento o recursos médicos óptimos sino también las dificultades relacionadas a la elevada responsabilidad, tiempo insuficiente, sobrecarga laboral y vivir conciliando las demandas laborales y familiares, el temor a la exposición ante el virus ya que una gran mayoría se siente desprotegido en términos del equipo de protección que se les proporciona, ansiedad ante el contagio propio o de sus seres queridos, así como con también las preocupaciones de no poder cumplir con los altos estándares que cada profesional se exige a sí mismo, pudiendo desencadenar una serie de afecciones graves en la salud mental.
Asimismo, un grupo especialmente vulnerable son los miembros de los equipos de respuesta que trabajaron en la epidemia y los encargados de la manipulación de los cadáveres. Se incluyen los encargados de realizar las autopsias los cuales se sienten abrumados y sobrepasados en su carga laboral, cuando se presentan situaciones de muertes masivas. No todos los trabajadores y voluntarios resultan aptos para estas labores, en dependencia de condiciones relacionados con la vulnerabilidad y las circunstancias; deben tenerse en cuenta factores como edad, personalidad, experiencias anteriores, creencias sobre la muerte, etc. Debido a que la labor a realizar tendrá gran impacto humano.
Por lo tanto, la necesidad de evaluar y detectar los diferentes factores psicosociales dentro de las organizaciones ayuda a prevenir las posibles alteraciones psicológicas de los trabajadores, así como la detección precoz de depresión o la ideación y la conducta suicida. En muchas ocasiones la esfera psicológica del trabajador es ignorada, y el suicidio y la enfermedad mental en el trabajo son un tabú, porque generan una confrontación con las modernas formas de organización del trabajo, por ello, es tarea desde la prevención de riesgos laborales reconocer estas situaciones, dándoles la importancia capital que tienen en la salud de los trabajadores y que a la vez mejorara el desempeño y la salud organizacional.
No obstante, la mayoría de las organizaciones no cuentan con las herramientas para identificar los diferentes factores psicosociales, su evolución en el tiempo y consecuencias lo que conlleva a no contar con medidas preventivas o de intervención frente a los riesgos psicosociales laborales.
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